jueves, 3 de diciembre de 2020

Guadalcanal un pueblo con encanto

Proyecto macetas

Todos somos conscientes de las dificultades que estamos atravesando con la pandemia de Covid 19, pero en esta Asociación seguimos trabajando con varios proyectos según nos marcamos para este año.

Queremos presentaros en el que estamos trabajando en la actualidad y que hemos definido como “Guadalcanal un pueblo con encanto”, para ello estamos preparando macetas para regalar a todos los vecinos que lo soliciten y así adornar balcones y ventanas, dando un colorido especial al pueblo.

Solicitamos colaboración de los vecinos que nos puedan facilitar macetas usadas y esquejes de geranios y gitanillas.

 

Todo el que tenga este material y quiera colaborar con nosotros, puede ponerse en contacto con cualquier miembro de la asociación personalmente o a través de nuestro grupo de Facebook.

 

Os gradecemos vuestra colaboración y cuando esté preparado todo el material nos pondremos nuevamente en contacto con vosotros para repartirlo.

 


Asociación Guadalcanal por su recu
peración patrimonial.- 
Diciembre 2020 

martes, 11 de agosto de 2020

Nuestra Asociación en la prensa

El Palacio de las palabras está en Guadalcanal

     El grupo Por la recuperación patrimonial de Guadalcanal ha elaborado carteles de maderas que han colgado en los árboles del parque más significativo de Guadalcanal. Palabras inspiradoras dotan de nueva belleza un lugar ya de por sí hermoso como El Palacio. 

         Hay un lugar en Guadalcanal que brilla por encima del resto, al menos en verano. Puede adivinarse la suntuosidad que albergara antaño, cuando era parte de la casa del comendador Don Fadrique Enríquez de Ribera, y hoy ayuntamiento de la localidad. En Guadalcanal se le conoce como El Palacio.

Las historias que atesora le vienen dadas desde fuera, como las pozas encontradas a comienzos de año y que pertenecieron a una tenería del siglo XV. Aunque es dentro, en el propio parque, donde las vivencias se refugian en la propia sombra que ofrecen los plataneros.

Esos árboles tan característicos de El Palacio y que hoy cobran vida, para expresar palabras.

Son ellos, los árboles, los que, de tener ojos, habrían visto miles de paseos. De aquellos que siendo niños iniciaron sus juegos en aquel albergo. Aquellos que después se enamoraron y se dieron mil besos bajo sus hojas, y los que ya siendo mayores fueron a descansar cada día, buscando la paz y el frescor que solo El Palacio ofrece en Guadalcanal.

Palabras que cuelgan de los árboles

Conscientes de esa cantidad de sensaciones que transmite este parque, el grupo Por la recuperación patrimonial de Guadalcanal ha llevado a cabo una nueva iniciativa. Dicho grupo ya ha desarrollado en la localidad otras acciones de importancia, como el reconocimiento a vecinos o la organización de las jornadas agroganaderas en la localidad. En esta ocasión se han centrado en El Palacio y su capacidad transmisora para colgar en distintos árboles del parque unas maderas con distintas palabras.

Han sido ellos mismos quienes han aprovechado el confinamiento de estos últimos meses para poner en práctica sus habilidades y haciendo uso de una máquina láser que ellos mismos han aprendido a manejar han plasmado las palabras y logos pertinentes.

Carteles inspiradores

Así ahora en El Palacio puede leerse en algún platanero inscripciones como La Juventud, El Pinsapo, La Libertad, Los Abuelos, La Vida o Los Sueños. Palabras inspiradoras que llenan de vida un parque que habla por sí solo.

En principio esta es la primera remesa. Depende de la aceptación del guadalcanalense que se siga dotando de voz a los árboles. Aunque visto lo visto, en un lugar tan querido como este para todo fuellaor (gentilicio de Guadalcanal), de la sabia de estos incombustibles amigos brotarán de nuevo las más bellas palabras que de voz sirvan para quien tenga la dicha de pisar El Palacio.

La iniciativa ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Guadalcanal y de la Excma. Diputación de Sevilla.

 Publicado en.- elcorreoweb.es
JOSÉ ÁNGEL FONTECHA / GUADALCANAL  



Asociación Guadalcanal por su recu
peración patrimonial.- 
Agosto 2020 

martes, 21 de julio de 2020

Los arboles y la vida


Proyecto de rótulos en el Palacio

La Asociación Cultural Guadalcanal por su recuperación Patrimonial, continua con sus proyectos y trabajos para la recuperación de nuestro patrimonio y acciones para visualizarlo.

         En este año atípico debido a las circunstancias por todos conocidos del confinamiento, teniendo que posponer algunos de ellos o ejecutarlos parcialmente, hemos identificado lugares y monumentos de nuestro pueblo con fotos antiguas, médiate banderolas plastificadas en lugares alegóricos.

         Por otra parte, hoy se han colocado los primeros seis rótulos identificando los árboles del Palacio, con los nombres: “LOS SUEÑOS, LA LIBERTAD, LA VIDA, EL PINSORO, LOS ABUELOS Y LA JUVENTUD"

         Estos proyectos son diseñados, elaborados y sufragados por nuestra asociación, siendo una entidad sin ánimo de lucro tenemos que sufragar los gastos y mantenimiento con nuestros escasos medios, por ello, no podemos avanzar en la medida que nos gustaría para la ejecución de estos trabajos.








        


Asociación Cultural Guadalcanal por su recuperación Patrimonial 
Julio 2020

viernes, 24 de abril de 2020

Barberías y carnicerías en Guadalcanal


Plaza de España años 60
¡Qué cosas trae la modernidad! 

Barberías. -
         Cuando Guadalcanal contaba con muchos más habitantes y actividad, las carnicerías se convertían en centro social para nuestras madres y abuelas y las barberías el centro de reunión y mentidero para nuestros padres y abuelos.

         Recuerdo como me contaba mi padre que se tiraban de dómía hasta quince días y cuando regresaban al pueblo eran visitas obligadas, primero ir a la barbería para pelarse o afeitarse, después ir al Bar Cazalla, El Chato, El Botero o cualquier otro casino para tomar unos vinos y chalar con las amistades, eran los noticieros del pueblo.
         En la actualidad y aprovechando la modernidad, los hombres se cortan el pelo y se arreglan la barba, la mayoría en las peluquerías unisex o de señoras, ya no existen barberías en Guadalcanal, ¡qué cosas trae la modernidad, me comentaba un viejo amigo que me vio salir una tarde de una de ellas!
        
Barbería de la época
Aun pensando que podemos dejarnos algunas, citamos:
      En los años 30/40 estaban abiertas, José Casaus Parra, en la calle Calvo Sotelo (actual Antonio Porras) se encontraba la barbería de José Casaus Parra, la de Adelardo Palacios (padre del Sano) en la calle San Sebastián, 24 y también pelaba y afeitaba en las casas, Antonio Criado en la calle Granillos, Rafalillo en la calle Milagros, Clemente en la calle Milagros y después en la calle San Sebastián.

         En la siguiente década, Martin Cote Blanco en Plaza España, 8, José Escote Romero en General Mola, 1 (actual Costalero), José María Gil Cantero en Muñoz Torrado, 1, José Pérez Gusano en Calvo Sotelo, 3 actual Médico Antonio Porras, Pepe el Músico (Plaza de España), entre otras.

Según el libro de Rafael Rodríguez Márquez, en Guadalcanal hubo 8 barberías en los años 50 y 70.

Foto de Ignacio Gómez Galván
Mucho de mi edad recordados como barbero ambulante a nuestro recordado Rafael Palacios Gil (El Sanito), junto a su maletín de barbero y los caramelos que nos regalaba a los niños (para que estuviésemos quietos) y los de menta a nuestros abuelos (para que no tosieran), igualmente,  llevaba la cámara de fotos en ristre, en invierno vendía cajas de polvorones, (de los que se pegaban al cielo de la boca decía y había que despegarlos con aguardiente), si moría alguien allí estaba con su seguro para ofrecer los servicios que cobraba mensualmente puerta a puerta, era igualmente ditero y otros quehaceres…, y aun le quedaba tiempo para organizar y ayudar  a los vecinos de Santa Ana y los Escaloncitos en lo que le pedían, a principio de los 70 se trasladó a Sevilla por motivos de trabajo ( se metió a enfermero), pero cada vez que tenía vacaciones, Navidades, Semana Santa, Feria o en los fines de semana aprovechaba para venir al pueblo y seguir haciendo fotos (su pasión) decía.

Hay un artículo en la revista de feria de Guadalcanal (1991) que escribe un paisano con el seudónimo de Pepe Shopson, sobre unos hechos ocurridos en los años 50 en la Barbería de Manolo Escote, situada en lugar privilegiado de la plaza, titulado “Cuernos en la barbería” y que reproducimos:

Yerra el lector si supone, por el título de estas líneas, que el asunto se refiere a una infidelidad conyugal consumada en una peluquería, que, en Guadalcanal, donde ocurrió la historia, se denomina en el vocablo cervantino cuando se trata del establecimiento de caballeros.
Los hechos ocurrieron una tarde de verano de 1950. Fueron protagonizados por ese singular y entrañable guadalcanalense llamado Manuel Escote y por un viajante, cuyo nombre ni conocemos ni hace al caso.
Baste saber que era sevillano, chaparrito y vacilón. El escenario fue la barbería de Manolo, sita en la impar plaza de España, de Guadalcanal, frente a la estatua de A. López de Ayala, aquel que temía “más al olvido que a la muerte”. Serían las primeras horas de la tarde, en las que la tranquilidad de la plaza, mientras los naranjos agrios aguantaban impávidos la canícula, era absoluta.
La barbería, como la tenía puesta Manolo, se diferenciaba poco de las de otros pueblos de Andalucía. El detalle distintivo era una hermosa cornamenta de ciervo que había en la pared que quedaba a la derecha de la puerta, y que cumplía la utilitaria misión de perchero. Se trataba de las astas de una pieza no cobrada por Manolo, sino de un regalo que le había hecho uno de sus hermanos, aficionado a la caza mayor, ya que nuestro protagonista, empedernido cazador, lo era de las especies pequeñas que abundaban por nuestro término.
Aquella tarde, Manolo, después de haberse levantado de la siesta, abrir la barbería y haber leído el ABC, daba cuenta del crucigrama de Cova con la facilidad acostumbrada. De pronto, La cortina dejó entrar la luz de la plaza y una voz netamente sevillana irrumpió en la estancia:
_ Buenas tardes, maestro. Aquí vengo, a ver si me hace usted un buen arreglo.
Manolo, al mismo tiempo que se levantaba del sillón giratorio en que se encontraba, contestó:
_ Buenas tenga Usted. Veremos lo que podemos hacer.
El cliente se acomodó en el sillón del que Manolo acababa de levantarse.
Manolo le aplicó el paño blanco, y tras ajustar el respaldo a la altura del cogote, empezó su faena, extendiendo jabón con la brocha sobre el rostro con la brocha sobre el rostro de su desconocido cliente. Este, que ya había reparado en los hermosos cuernos que adornaban la pared de enfrente, no pudo reprimirse las ganas de vacilar a Manolo, y con la entonación ambigua que el caso requería, pausadamente dijo:
_ Maestro, digo yo que buenos cuernos tiene usted… aquí.
_ Mire usted qué casualidad, -respondió Manolo sin inmutarse, mientras continuaba su cometido-, precisamente son del último viajante que pasó por aquí, que se los dejó olvidados.
El Viajante tras la sorpresa de la respuesta, encajó el golpe con deportividad. En Sevilla, en más de una ocasión, tomando unas copas con amigos de su gremio, decía que había algunos, como el barbero de Guadalcanal, que no se cortaba un pelo.

Plaza de Abastos
Carnicerías. –
         Las carnicerías fue otro sector que tuvo gran actividad en Guadalcanal, ya encontramos una referencia del siglo XVI, en la revista de feria de Guadalcanal (2003) de Antonio Gordón Bernabé: 

Diego Ramos de León el Rico que era hijo de Diego Ramos el Viejo y de Elvira Rodríguez de León, marcho a Indias en la primera mitad del siglo XVI y se asentó en México. Allí testó en 1556 y murió. Mando fundar dos capellanías, una en el convento de San Agustín de México y otra en Guadalcanal, en la iglesia de San Sebastián, esta con 3.000 ducados para decir misas por su alma y la de su familia. Eran sus hermanos García Ramos el Viejo, Alonso Ramos Rico y Rodrigo Ramos de León el Viejo.
Mandaba que con ese dinero se comprara además una carnicería que se hallaba junto a la iglesia de San Sebastián "y se quite de tal negocio por la reverencia que se debe tener" según consta en la manda testamentaria.         

        
Foto Juan Ceballos
Al igual que con las barberías, seguro que nos dejamos algunas, pero a continuación describimos las que hemos encontrado referencias:
En los años 30/40 Francisco Tomé Gil, Jesús y José Vázquez Díaz, Rafael Morente Gusano, en la siguiente década, 41/55, José Álvarez Ibáñez en la calle San Sebastián, 8, la mayoría estaban en la Plaza de Abastos. Juan Arcos García y posteriormente Juan Arcos Yerga (los Romaneros), Manuel y José Galván Muñoz, Félix Ramos Polanco, Antonio, Josefa y Adelardo Álvarez Tomé.
Otras fueron las de Antonio Tomé Trancoso, Dolores Tomé Vázquez y Tomás Tomé (Tomasin) en la Plaza de Abastos, Patrocino Moreno Chacón (Patro) que la tuvo en la calle San Francisco, en la Plaza de Abastos y al lado de la antigua cárcel, Juan Gallardo Jiménez en los Mesones, entre otras.
En la actualidad, después de cerrar Juan Arcos (El Romanero) por jubilación, en la plaza de abasto la única referencia que queda de nuestros carniceros es Rafael Romero Galván (Chasquito) y en los diferentes supermercados también se venden carne y chacinas, pero aquellas tertulias en la cola de las carnicerías, -pasa Guaditoca, tu tienes más prisa, no pasa tú Rosita que estoy hablando con mi comadre-, eso ya no volverá.
Asociación Cultural Guadalcanal por su recuperación patrimonial
Abril 2020

domingo, 23 de febrero de 2020

Proyecto banderolas informativas

Nuestros lugares con fotos del ayer

   Hace unos meses un grupo de nuestra asociación visitó la ciudad zaragozana de Daroca, una bonita ciudad monumental de gran importancia para la fundación del reino de Aragón y con cierto paralelismo con Guadalcanal, pues fue también liberada del domino árabe, a la que fue sometida durante más de cuatrocientos años.
         Sus edificio civiles y religiosos los tienen identificados con banderolas de los mismos y con fotos de los años 20 y 30 del pasado siglo. Esta idea nos pareció que se podía hacer en Guadalcanal,  y, después de someterlo a estudio y recogidas de fotos por nuestra asociación, presentamos un proyecto memoria al Ayuntamiento, que fue estudiado y analizarlo, dándonos vía libre para fabricar y colocar las banderolas.
         En una primera fase hemos colocado recientemente estas banderolas con sus fotos identificativas en:
Ø Calle Santa Clara
Ø Calle Jurado
Ø Plaza España
Ø Paseo del Palacio
Ø La Almona
Ø Paseo de la Cruz
Ø Barrio de la Erilla
       Queremos agradecer al Ayuntamiento de Guadalcanal por las facilidades que nos ha dado para la ejecución de este proyecto, a Ignacio Gómez Galván que nos ha facilitado algunas de las fotos antiguas de su archivo particular y a nuestro colaborador Rafa Cortés por la ayuda en la colocación de las banderolas.  












Asociación Cultural Guadalcanal por su recuperación patrimonial
Febrero 2020

martes, 18 de febrero de 2020

El aguardiente de Guadalcanal


Oficios artesanales desaparecidos en Guadalcanal
Continuamos con los oficios y el tejido empresarial que desapareció en Guadalcanal durante el siglo XX,  y de ello nos lamentamos cada día, que la industria de Guadalcanal ha conocido tiempos mejores, no cabe duda. Hoy analizamos el sector del anís o aguardiente. Ésta actividad, la empresarial, que apenas tiene incidencia en el conglomerado comercial y económico en nuestra localidad en los tiempos actuales, tuvo a finales del XIX y durante algo más de la primera mitad del siglo XX gran actividad e iniciativa de nuestros paisanos, fábricas y trasformaciones de productos, almazaras de aceites, zapatos, gaseosas, aguardientes, carpinterías y muebles, fábricas de harinas, transformados de productos agrícolas y ganaderos y un largo etcétera, todas ellas desaparecidas, hoy vamos a recordar las fábricas de aguardientes o anisetes.
Tal vez las tres marcas de referencia eran “La Flor de Guadalcanal, La Flor de la Sierra y La Flor de Jara”, existiendo otras varías.

Ya en 1904 y posteriores, encontramos en la revista “Heraldo de la Industria”, varios anuncios de nuestros aguardientes:

Trespalacios y hermana. - Fábrica de aguardientes. Especialidades: Néctar Florido y Giralda. Guadalcanal.

Cárdenas, Pinelo y Compañía. - Fábrica de aguardientes, anisados, licores y Jarabes. Especialidad: anisado Rosita. Guadalcanal.

Antonio Pérez López. - Fabrica y distribución de la afamada marca de anisetes y derivados con su marca de referencia Flor de Guadalcanal

Cándido Cordo Villate. - Fabricante de aguardientes y jarabes y distribuidos de vinos y otros alcohólicos de la zona.

En la misma revista y en el año siguiente (1905), encontramos una breve reseña sobre tal apreciado producto.
“Guadalcanal de la Sierra (Badajoz). - Desplazado a este pueblo serrano el Sr. Montoliú, uno de nuestros veedores ó redactores, tuvo la ocasión de apreciar los afamados anisetes y jarabes varios que se fabrican con esmeros y artesanía en varias destilerías de la villa, siendo atendido amablemente por el Sr. López de Ayala, familiar del insigne político y escritor de la misma.
No hubo caldos tan exquisitos y equilibrados que el dios Baco degustara en su mitológica historia, ni gente tan artesana que, con pocos recursos y mucho esmero artesano, fabricaran licores dignos de dioses”   

(Curiosamente el redactor en cuestión ubica a Guadalcanal en la provincia de Badajoz, quizá debido a la confusión producida por los efluvios del líquido elemento que trasegó en su estómago).
 Hoy queremos recordar estas fábricas con Ana García Rodríguez, conocida en Guadalcanal como “Anita la peluca”, tal vez una de las últimas personas vivas que puedan dar fe de estas fábricas.
Anita trabajó en la fábrica y almacenes de Manuel Porras Ibáñez, su marca de referencia era La Flor de Jara, esta fábrica estuvo en un principio en la calle Diezmo (actual Antonio Machado) y a principios de los años cuarenta se trasladaron a la calle Santa Clara, a la altura de la familia de Jorge Criado.
Ella entró en el año 1943, a los 13 años, ya en la calle Santa Clara,    recuerda que estaba encargada de la venta de todos los productos, “tenía muy buen agrado para el público y su simpatía a todos les encantaba, más bien bajita y morenita, atendía con agrado al cliente” , “además no se le caían los anillos y si se tenía que poner a ayudar a los hombres acarreando botellas o garrafas, también lo hacía, era una mujer fuerte, aun cuando su trabajo era el mostrador”  (nos comenta Anita con gran nostalgia).
Otro negocio notorio que tuvo esta empresa era la venta de sal, “en aquella época Guadalcanal tenía muchos más habitantes y se hacían matanzas e las casas y su propietario vio que era un buen negocio traer sal y venderla para ello”. La sal llegaba en vagones a la estancación del tren, se descargaba a mano con palas, posteriormente se volvía a cargar en bestias y carros y se llevaba a la calle Santa Clara para su venta.
                Estaba encantada con su trabajo, nos repite, que consistía en despachar en el mostrador a los clientes, ayudaba a acarrear botellas de vidrio vacías, las limpiaba, una vez llenas las etiquetaba y preparaba el empaquetado de los pedidos en cajas de madera rellenadas de virutas y serrín para protegerlas de los golpes. Las botellas tenían que ir bien limpias por fuera para que dieran buena impresión.
         Y cierto es que conocía y disfrutaba de su trabajo, nos comenta nuestro compañero Miguel Ángel que tuvo una animada charla con ella, nos comenta, “recuerdo que cogió de vino de su cocina e hizo una demostración y de la forma que ella las cogía, se deduce que las tuvo que hacer muchísimas veces, porque era una presentación en toda regla de cara al cliente, no la cogía de cualquier forma, lo hacía que parecía que la acariciaba y así se la ofrecía al cliente, porque… para todo hay que tener arte”
          Según nos comenta, había algunas mujeres (hay que recordar que era otra época), que le decían, “…porqué trabajas ahí si eso es un trabajo de hombres”, ella simplemente les contestaba: “me gusta lo que hago y es un oficio bonito”, vamos lo que hoy llamamos una comercial más o una dependienta.
Esta fábrica estaba adjunta a unos almacenes en los que se vendían a los productos fabricados por ellos, aguardientes, jarabes, vinagres, mostos y vinos procedente de las uvas de pequeñas explotaciones de viñedos del pueblo y comarca. Los anises o aguardientes se catalogaban en esta fabrica dependiendo de la calidad en la destilación en: anís sencillo (de inferior calidad), anís corriente (de mejor calidad que el anterior), anís doble (ya de cierta calidad) y anís doble superior (que era el de mejor calidad y referente de la marca). También se fabricaba y envasaba ron con una formula de fabricación muy artesanal y de gran graduación, licor de guindas, muy apreciado en el pueblo, era de color acaramelado tirando a rojizo.
Para la fabricación de anís, nos comenta, “se utilizaba en su destilación hollejo prensado del vino o matalahúva, en este proceso se gastaba mucha leña, principalmente de encina y olivo para producir el vapor de la destilación, Anita nos dice que tenía que estar 24 horas o más la caldera encendida para conservar la temperatura y así hacer el destilado de una manera continua sin detener el proceso y conseguir una calidad homogénea (del liquido que salía de la condensación por los vapores)”. Este proceso requería tener siempre un operario pendiente y se establecían turnos.

Del alambique, que al parecer era muy grande y estaba muy alto, dice que “había unas escaleras y que se subían para hacer las cosas que tuvieran que hacer ajustando ahí arriba en el que a través de unas ventanas que daban a un corral muy grande había unas tuberías que salían para fuera, al parecer sería por los diferentes vapores del resultado de la destilación. El cuerpo entero era de cobre, al serpentín que salía de una especie como de olla grandísima en la que por cierto tenían que sellarla por cierta parte siempre muy bien para que no se escapara nada cuando estuviera cociendo, dice que se utilizaba para ello una pasta hecha con ceniza”
Al serpentín se le decía “corbato”.
“…El líquido que salía como por un grifo era un chorrito muy fino y claro como el agua, aunque tenían que ver cuál era la mejor parte en su destilación”.
Recuerda, “que al principio se le llamaba cabeza y no era de muy buena calidad y salía con muchos grados, después ellos ya sabían perfectamente cuando tenía una calidad aceptable, más claro y con la graduación correcta. Por último, le decíanla cola” a la parte de la destilación que no tenía suficientes grados y tampoco lo daban como de muy buena calidad, era ya lo último que salía del proceso”.
De todas estas destilaciones se preparaba el aguardiente y se envasaba según lo que quisieran conseguir en los pedidos que tenían que hacer.
Son palabras de una mujer que durante unos años trabajó mucho desde prácticamente una niña en un oficio de hombres, en la que asegura que disfrutaba mucho del trabajo que desarrollaba.
Ella cuenta que “fueron pasando los años y que estuvo unos catorce o quince años en total, de esos, un año o año y medio estuvo en Villanueva del Río y Minas porque el dueño de la Industria decidió trasladarla de Guadalcanal porque bajaron bastante los pedidos y la gente compraba más el de Cazalla y a los hombres ya no les gustaba tanto el aguardiente y se aficionaron más al vino o la cerveza, entonces fue cuando se cambiaron a Villanueva del Río y Minas por el auge tan grande de gente que había trabajando en la mina”…
“…El dueño quería que se quedase, pero ella no le gustaba estar allí, tenía ya planes de casarse, y donde quería estar era con su prometido en Guadalcanal, y la familia ya de paso no le hacía mucha gracia el sitio”.
Por lo visto a Manuel Porras no le duró muchos años el cambio de negocio, fue abajo la minería hasta desaparecer y decidió cambiar por completo y poner una fábrica de maderas en Lora del Río.


Anita una mujer amable y simpática que bien merece que se hable de ella, porque pensamos que es un “testigo” de la industria de aguardientes y licores que hubo en su día en Guadalcanal.

Asociación Cultural Guadalcanal por su Recuperación Patrimonial. 

Febrero 2020