miércoles, 19 de diciembre de 2018

Nuestros deseos




Para los buenos momentos, gratitud.
Para los
malos, mucha esperanza.
Para cada día, una ilusión.
Para el desánimo, intensidad.
Para estas fiestas amor y generosidad
Y siempre, siempre, felicidad. 


Felices fiestas a nuestros colaboradores y lectores.






Grupo recuperación de patrimonio de Guadalcanal

Diciembre 2018

lunes, 10 de diciembre de 2018

Nuestras Eras


Siembra en polvo y recogerás con colmo 

Como no hacer un recordatorio de todos esos hombres que se dejaban los mejores años de su vida tras un arado en nuestras sierras, ya que nuestro pueblo está rodeado por sierras y eras.
Con sus yuntas de mulos o de burros, al igual que otros que solo araban con un solo animal, ya que no tenían para poder tener esa yunta tan deseada por ellos mismo, pero con todo y eso se daban mañas para poder roturar esa tierra que con tanto esfuerzo rompían para que así poder dejar caer de sus manos la semilla que en sus días nacerían, para que dé sus frutos (como el trigo ) y podamos hacer nuestro pan,  de ese modo poder alimentarse esos gañanes, bien cedimos gañanes, palabra que deberíamos utilizar, ya que no se corresponde con sus sabiduría, para el sustento nuestro y de sus fieles compañeros. De todas maneras es la palabra que se utiliza ”gañanes“,  ya que ese es el modo de poderlos nombrar, nombre que desde la antigüedad  (el que fuese le puso sin saberlo pronunciar), hombres rudos, curtidos por el paso de los años, con sus manos todos llenas de callos, de sujetar los cabestros, de sus yuntas…, el modo de definir un día de su trabajo se domina como “huebra”, análogo a cuando están en su tarea roturando la tierra se le llama: “besana”, lenguaje rico en su dicción y pronunciación, por medio de que esos hombres antes mencionado, con el paso de los años dejaron sus yuntas ya que llegó el progreso, el que cambiaría todo, sin duda, esos adelantos que nos ha incorporado el progreso pensamos que algún día nos pasara factura, ya que las nuevas técnicas de cultivo y preparación de la tierra, junto  con toda esa química tan nociva para nuestra salud, “pero es el progreso…”
Antes de ocurrir  la desaparición de nuestros gañanes, las tareas agrarias proseguían un largo proceso, cuando ya estaba su sementera nacida, la tenían que seguir cuidando eliminando malas hierbas, para que no se las comiese, de ese modo, seguían guiando su crecimiento hasta la madurez, finalmente, esas espigas echaban en su interior el fruto que le tenían que extraer en ese lugar llamado “eras”.
Pero no por ello bajaban la guardia, como solemos decir, y como decían ellos mismos, siempre estaban a la espera de lo que el tiempo quería hacer con ellos, si llovía mucho la simiente no nacía, la tierra se ponía pesada y no “agujaba la semilla”, para que pudiese romper la corteza del suelo, si el tiempo era seco, pasaba lo mismo, no podía echar “fuera su guía”, en cualquier circunstancia era malo y sigue siendo malo, pero ellos para consolarse decían: “con el tiempo no hay quien pueda”.
Ellos como grandes conocedores de su terreno tenían su propio refrán, a pesar que la sequía era mala para su sementera y se decía de esta manera “siembra en polvo y recogerás con colmo”, esto quiere decir es que el que siembra  temprano aprovecha las primeras aguas del otoño, de ese modo, sus semillas llevan ventajas con las demás. Pero al igual tenían otro refrán más y era de esta manera “a las eras tardías las cogía el agua”, este refrán sirve para las dos faenas, las de trillar y la siembra.
Estos hombres, sabios  de su mundo siempre decían otro refrán más cuando miraban al cielo, hablaban entre ellos y como de costumbre echaban una “breva”, ¿y que es una breva?, aquellos cigarros de librito de papel amarillento, tabaco criado por ellos mismos, lo liaban más gordo de lo normal y se lo ponían en la boca, sujetado en los labios, pero con la gracia que no lo apretaban, tampoco se les caía y el nombre era breva, mientras ella se consumía, comentaban fulano como ya sabemos “el agua para San Miguel ni antes ni después`, el compañero le respondía “que cierto es”, en el otoño el manda es el tiempo, así terminaban ambos interlocutores la conversación y cada cual a su faena.
Así transcurría el tiempo y  se aproximaba la siega, para recoger el fruto que sembraron en el otoño, sus cereales comenzaban a cambiar de color en el mes de Abril, el verdor que desde su crianza tenía comenzaba a ponerse de color amarillo.
En nuestro pueblo el lugar más temprano para tal menester lo tenemos en la Dehesa Boyal, llegando la Cruz de Mayo comenzaban nuestros gañanes a desempolvar sus hoces, el mandil, la tetilla y el sobrero de paja, ese lugar es caluroso ya que es más temprano, pero cuando hace calor es  igual que los demás
Cierto es, faltaba lo principal, que es a lo que dedicamos este artículo, titulado “las eras”, donde dejaban sus haces de trigo, cebada, habas o lo que tuviesen que trillar. Lugares desconocidos en los años que corren ya que no se le da utilidad alguna, no era igual cuando comentamos este largo proceso de cultivo, que eran tan necesarios para tal proceso, en nuestra zona, las eras las tenemos de diferentes formas y  maneras, redondas, ya que se tenían  que girar en círculo para poder poner la palva y de ese modo los animales con sus patas las pueden destripar mejor, de diferentes tamaños y las más habituales, en nuestro término solo tenemos una era que tengamos vista que es cuadrada: pero tenemos otra peculiaridad más en nuestro pueblo, al tener tantos minifundios poseemos muchas de esas obras de artesanía y bien decimos “artesanía pura y dura”, ya que la piedra la ponían seca en el suelo sin nada de mezcla y por mucho que pisasen las caballerizas no se movían, las piedras las ponían en forma de un sol radiado, un punto central con un pequeño círculo y de ahí salen los demás cajones para poder pinchar la piedra,  gran suerte la que tenemos en nuestro pueblo con estas antiguas obras, como son nuestras eras, que aún en estos días se resisten a que el tiempo intente borrarlas, ya que gracias a su buena construcción las podemos disfrutar todavía. 
¿Qué zona del pueblo podemos transitar que no tengamos esas eras?, si por donde quiera que salgamos a nuestros campos las podemos ver, cada vez que las miro me traen a mi niñez, ¡qué tiempos!, cuando esos gañanes se dejaban lo mejor de sus vidas juntos a sus yuntas pisando esos granos.
También estaban las eras de tosca y  diréis  ¿qué es eso?, sencillo, ya que conocemos todo lo relacionado con este mundo y lo que significa es que. “el suelo es de tosca piedra natural del terreno o mejor dicho de piedra natural del campo”, vamos  que no está empedrada por el hombre y que existían como eras, así ocurría en la Erilla.
Todos los años trillaban en ese lugar, estas eran “eras públicas”, él que quería ir a ese lugar lo podía hacer sin pagar canon o dote alguna al Ayuntamiento, es decir, lugares libres, si por su puesto ya que dicho sitio es el lejío del pueblo, lugar para  aprovechamientos de los vecinos del lugar, o eras, ya  han pasado tantos años de esta norma de aprovechamiento, no sé si habrán cambiado la normativa de nuestro pueblo, en los años a los que analizamos todo el mundo podía ir y aprovechar dicho lugar, por ello los trilladores lo hacían, también podía ir cualquier pastor que tuviese “una puntita de cabra o de ovejas para que pastasen”, pero prioritariamente era el lugar destinado a los que querían trillar sus cereales, llegaban con sus haces y comenzaban haciendo un circulo sin desatarlos, pues tenían la misión de hacer como una pared para acotar su parcela y cuando llegaban los siguientes les quitaban el vencejo y los esparramaban para que cuando entrasen las caballerizas los pudiesen moler mejor con sus cascos, mientras que giraban en círculo, el trillador los seguía las caballerías con la vista para que no se saliesen de la palva.
No era un lugar exclusivo de esas faenas también se utilizaba como escombreras y  lugar donde tiraban los bichos muertos. De ahí otro refrán antiguo que decía “no saliéndose de la era todo es trillar”, que buen refrán, cada dicho de esta clase va en consonancia con sus trabajos, ya eso no ocurre, se han perdido, igual que este  oficio. En otros lugares no muy lejos de nuestro pueblo al menos siguen con sus siembras y si no trillen en las eras por lo menos siegan las cosechadoras, maquinaria que han sido  las culpables de desterrar a esta tradición tan ancestral, algunos llaman progreso, otros simplemente, destrucción de mano de obra.    
Continuamos con este desaparecido oficio, con sus patas los animales fuera del circulo los otros  compañeros del que estaba al cuidado de la trilla se encargaban de recogerlo y meterlo de nuevo en la era con la horquilla, el utensilio que tenían para tal menester,  y otros como el horcón, la horquilla grande, los trillos, un carro tirado por los animales, eran de dos formas, unos tenían las cuchillas en forma de ruedas para que pudiesen girar y triturar la paja, el otro era de la forma de una tabla ancha, en la  que se subía el trillador, no se utilizaban las cuchillas, lo que tenían era unas piedras finas que las sacaban de la madre piedra llamadas jabaluna, por su dureza, las cuales estaban pinchadas sobre la misma tabla que eran las encargadas de triturar el pasto y apartar el grano de la paja, de ese modo, terminar de triturar lo que estaba molido por las yuntas y guiar a los animales para que no se saliesen de su sitio, la paleta para cuando el grano estaba limpio y poder separar la paja del grano mediante el aire, cuando se levantaba la marea como decían ellos, comenzaban a darle dicho aire, con las horquillas primero y luego con la paleta, para que quedase más limpio, la paja se la llevaba el viento y el grano caía por su propio peso en el montón de nuevo.
De ahí el famoso dicho cuando estaban hablando y querían terminar: “al grano que la paja se la lleva el viento”. Ya limpia la paja la cargaban en las barcinas ( unas redes para trasportarla al pueblo en los carros ), unas veces tirado por mulos y otras tirado por bueyes, dependiendo del lugar donde se encontrasen las eras, cuando llegaban la soltaban en el suelo para meterla posteriormente en sabanas y de ese modo poderlas depositar en los graneros o pajares, que a su vez tenían hecha como unas chimeneas que su nombre es: aventaero, el lugar por donde caía la paja de nuevo en el pesebre y de ahí la comida para los mulos, bueyes o burros, cualquier animal que estuviese en la cuadra.
Estando el montón de grano junto comenzaban a llenar los costales, hechos de lona y estrechos, pero a la vez pesados, para poderlos mover. También tenían la cuartilla para poder llenar los costales y servía a su vez para las medidas, como la cuartilla, la media cuartilla, el almud el medio almud y el celemín, todo esto son medidas de las eras. Cuando el montón menguaba y llegaban al suelo cogían el ceaso, artilugio en forma de una ceranda circular, cogían los granzones, que son las escorias de lo trillado y lo cribaban, de ese modo aprovechaban todo lo de ese lugar.
 En la Erilla ponían varias al lado de los eucaliptos, por ese motivo y porque el suelo era de tosca y lo podían barrer bien, los niños subíamos a ver los que haceres,  algunos de nuestros protagonistas pasaban las horas cantando mientras los animales giraban, trabajos con sudor y calor ya que comenzaban al principio del verano, algunos de ellos se ponían el pañuelo entre el pelo y el sombrero de ese modo se protegían la nunca de los calores del día y el barril del agua fresca lo tenían en el chozo que ellos mismos hacían cuando limpiaban dicho lugar, antes de comenzar esta tarea, construidos con cuatro palos y un poco de pasto por encima.
Pero tenían un enemigo muy peculiar, aunque parezcan inofensivo para las eras los grandes depredadores a pesar de su pequeño tamaño, estos eran las hormigas, ya que trasporta grano muy superior a la cantidad de peso  de su tamaño, de hay otro dicho que comienza de esta manera: (granito a granito se junta un granero) se referían a esos seres diminutos como son las hormigas, este trabajo no era infructuoso, sino que ellas con su esfuerzo juntaban la comida del año. Hay otro dicho sobre esto,  que vamos y a describir de esta manera: “cuando ya llegaban las primeras aguas de nuevo un amigo de ellas les aporreaba la puerta diciéndole porque no me dais de comer, a lo que ellas les respondían diciéndole mientras entretenías con tus cantos y tus trinos al pasajero, hubieses guardado grano en tu granero”, se refiere a las chicharras.
Tiempos pasados, trabajos extinguidos, añoranzas…
¡Qué años aquellos cuando todos esos lugares estaban sembrados y a la espera de que fuesen segados!
¡Lugares que ya están comidos de monte y malas hierbas, los lugares que de su tierra nos alimentaban, cuando esos hombres los cereales limpiaban!
¡Nuestras eras las que se encargaban con sus piedras desgarrar los vagos de sus espigas cuando las segaban!
¡En la que en sus suelos juntaban los cereales que le llegaban!
¡Nuestras eras a las que nuestros abuelos limpiaban y con su sudor regaban!
¡Nuestras eras las que con el tiempo nos esperaban!
¡Nuestras eras las de toscas y piedras, unas redondas y otras cuadradas!
¡Nuestras eras las que en sus tiempos trillaban y sus cereales juntaban y limpiaban!
¡Nuestras eras las que eran y ya no son porque el tiempo las borró...!

Artículo  realizado y documentado como homenaje a nuestros mayores por los componentes del equipo “Trabajos perdidos en Guadalcanal”, del Grupo de recuperación  patrimonial de Guadalcanal.
                 



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