martes, 31 de julio de 2018

Velá de Santa Ana 5

Educar es lo mismo, 
que poner un motor a una barca...

Presentación acto de homenaje a los docentes

En primer lugar quiero expresar mi agradecimiento a Rosario y a todo el grupo de Recuperación del Patrimonio por su invitación a participar en este acto. Me han pedido que lea el texto que ha escrito Máximo González Granado, maestro de Educación Infantil, sobre qué es ser maestro. Yo voy a intentar establecer un diálogo con este texto, de manera que iré de él a las reflexiones y emociones que me han despertado su lectura y que espero poder compartir con él en algún momento, igual que ahora las compartiré con ustedes.

Máximo comienza su texto diciendo:

Nuestra amiga y compañera Rosario me pidió que escribiera unas  palabras para introducir este acto de reconocimiento a la Figura del maestro. Acepté de inmediato porque creo que por desgracia nuestra noble y hermosa profesión no ha sido suficientemente valorada ni reconocida por la mayor parte de la sociedad, una sociedad que concede más importancia y mérito a lo que hace un futbolista que a lo que hace un maestro.

Como decía, acepté de inmediato, pero enseguida me di cuenta de la enorme dificultad que entraña tratar de responder a la pregunta “qué es y qué supone ser maestro” en unas cuantas líneas.

Dándole vueltas al asunto y tratando de encontrar un hilo conductor, me acordé de una noche en la que venía yo escuchando en mi coche una entrevista que le hacían en la radio al insigne y sabio profesor Emilio Lledó, nacido en El Barrio de Triana en Sevilla y premio Princesa de Asturias en Humanidades. Decía Lledó que es su niñez durante la guerra civil fue un niño feliz porque tuvo un maestro, Don Francisco, que le enseñó a pensar y le descubrió el inmenso tesoro que es la lectura. Desde entonces, e incluso ahora que es reconocido internacionalmente como un intelectual de altísimo prestigio, su sueño siempre ha sido ser maestro de niños,  pues no cree que exista otra profesión tan extraordinaria, tan compleja y a la vez gratificante. Para ilustrar esa pasión suya por el Magisterio, relataba que  Francisco leía a sus alumnos pasajes del Quijote mientras las bombas caían cerca del pueblo de Madrid en el que estaba su escuela, de esa manera ahuyentaba el miedo que sentían, lesentretenía y a la vez les enseñaba.

Al leer esto, me pregunté qué pasajes del Quijote leería Don Francisco a sus alumnos y me acordé inmediatamente del discurso de la hermosa pastora Marcela, que aparece en el capítulo 14 de la primera parte del Quijote. Marcela es una pastora joven y guapa, huérfana, que vive sola, alejada en la sierra, entre ríos y árboles. Los pastores la pretenden y entre ellos, más insistente que ninguno, está Grisóstomo. Al morir este, que muere de amor por ella, por un amor no correspondido, todos la culpan de su muerte. Pero ella se defiende, reclama el derecho a no aceptar las pretensiones del pastor y reivindica su deseo de vivir sola. Se presenta ante todos los que se han congregado alrededor del cuerpo sin vida de Grisóstomo y declara con dignidad:

“Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos: los árboles destas montañas son mi compañía; las claras aguas destos arroyos, mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos”.  Y finaliza su discurso ante todo el pueblo diciendo:

“El que me llama fiera y basilisco déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera”.

Y dicho esto, se dirigió nuevamente hacia el monte. Todos quedaron en silencio. ¿Sabéis quién la defendió? don Quijote, diciendo: “Ninguna persona, de cualquier estado y condición que sea, se atreva a seguir a la hermosa Marcela, so pena de caer en la furiosa indignación mía”. Hermoso texto para enseñar a respetar la libertad. Esto, para mí, es ser maestro: enseñar y defender valores universales aún en condiciones muy adversas.

Supongo que Don Francisco también leería a sus alumnos otros pasajes muchos más divertidos, como aquél en el que Don Quijote se coloca la palangana en la cabeza o lucha contra los molinos, confundiéndolos con gigantes. El humor! Que elemento más importante en la educación, para facilitar el aprendizaje (todo es más fácil si es divertido) y para mejorar las relaciones personales entre el docente y los estudiantes, creando un clima de confianza, disminuyendo el estrés y favoreciendo la comunicación.

Lo único que no le perdonaría a Don Francisco, es que intentase que sus estudiantes se olvidasen de la guerra, la ignorasen.  La ignorancia no es cosa de maestros. No hay que ignorar, hay que analizar, comprender, valorar y, en función de todo ello, tomar las decisiones más adecuadas. Es la única manera de no caer y recaer en los mismos errores.

Sigo ahora con las palabras de Máximo:

Con el tiempo Emilio Lledó se convirtió en profesor universitario, en una auténtica eminencia en el campo de la Filosofía y el Pensamiento, pero en cuanto tiene ocasión proclama que él es maestro, sencillamente un maestro, una de las cosas más admirables que se puede ser en esta vida.

Como le ocurrió a Emilio Lledó, todos o casi todos hemos tenido algún maestro al que nunca olvidaremos, alguien que en su momento se convirtió para nosotros en un faro, una  luz, una guía que nos permitió elegir y seguir nuestro camino, que nos ayudó a convertirnos en personas, en auténticos y buenos seres humanos. Ninguna otra profesión en el mundo permite ejercer una labor tan hermosa y decisiva.

Porque ser maestro, en mi opinión, es sobre todo ofrecer tu mano a esos niños que empiezan a caminar por la vida, tomar su mano en la tuya y caminar junto a ellos, tener los ojos y todos los sentidos muy abiertos para saber lo que sienten, para tener conciencia de sus penas y alegrías y acompañarles en ellas, para levantarles cuando se caigan, pues sin duda se caerán muchas veces, y,  sobre todo para, llegado el momento, soltar esa mano que hemos tomado en la nuestra durante mucho tiempo y dejarles caminar solos.

Estas hermosas palabras de Máximo, con las que estoy completamente de acuerdo, me hicieron pensar en aquello que, en contraposición, pienso que no es ser maestro:

-          Ser maestro no es dedicarse a demostrar constantemente ante los estudiantes lo que tú sabes, sino trabajar en clase para conseguir que los que sepan cada día más sean ellos, que se den cuenta de lo que aprenden y se sientan orgullosos de sí mismos y lo que son capaces.
-          Ser maestro no es ser el protagonista de una obra de teatro, es diseñar la trama y el escenario y potenciar que los protagonistas de la obra sean los alumnos y alumnas.
-          Ser maestro no es mostrar a los alumnos el saber establecido y esperar que lo repitan, es facilitar que accedan a información nueva, pero también que piensen sobre ella, que la critiquen y que incluso la mejoren; también que sepan hacer cosas, que desarrollen habilidades y destrezas y que forjen determinados principios y valores…, saberes de distinto tipo y naturaleza que son necesarios para ese caminar solos. Como manifestó Jean Piaget: “El principal logro de la educación en los colegios debe ser crear hombres y mujeres capaces de crear cosas nuevas. No simplemente repetir lo que las generaciones anteriores han hecho”.

Continúa Máximo diciendo: Y esa  es  nuestra principal recompensa, nuestro más grande orgullo, haber conseguido que esos  niños a los que hemos ayudado a caminar, caminen al fin por sí mismos, con dificultad, con valor y, sobre todo, con nobleza y bondad.

Efectivamente, Máximo, habrá dificultades: el mundo no es de color de rosa, sino que vivimos en un mundo problemático, donde hay desigualdades, discriminaciones e injusticias. El mundo no es así por casualidad, es así porque lo hacemos así con nuestras decisiones de cada día. Pero lo podemos cambiar, podemos hacerlo mejor. Si en la escuela pertrechamos a los alumnos y alumnas de buenos conocimientos, capacidades y valores, estaremos ayudando no solo a mejorar sus vidas, sino a mejorar el mundo. De hecho, yo, y muchos maestros y maestras como yo, entendemos que la educación es una poderosa arma para cambiar el mundo, un arma de construcción masiva, tal como la definió Marjane Satrapi.

Finaliza Mario con estas palabras: Y eso es lo que han hecho ustedes que hoy están aquí en este acto de reconocimiento, ayudar a caminar a sus alumnos, ayudarles a  todos ellos a ser mejores personas. Por ello, infinitas gracias.

Uniéndome a él, yo también les digo: si son maestros o maestras, gracias por su trabajo, mucho ánimo para continuar con esta importante labor con ilusión y entusiasmo –a pesar de las dificultades prácticas con las que nos encontramos a diario-; sin son padres y madres, colaboren con los maestros y maestras, formen equipo con ellos y alégrense mucho si alguno de sus hijos o hijas les dice que quiere ser maestro (alégrense tanto como si les dijesen que quiere ser Ronaldo).

Para terminar, no utilizaré las palabras de Máximo ni las mías, sino que se la daré a Gabriel Celaya y a su hermoso poema sobre la educación:

Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca...
Hay que medir, pensar, equilibrar...
y poner todo en marcha.

Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino...
un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.

Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.

Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.



Máximo González Granado (maestro de Educación Infantil)
y Ana Rivero García (Catedrática Universidad de Sevilla, formadora de maestros y vecina de Guadalcanal)





GRUPO DE RECUPERACIÓN POR EL PATRIMONIO DE GUADALCANAL

lunes, 30 de julio de 2018

Velá de Santa Ana 4

fotos Homenajes 

A nuestras costureras 

Hace magia con la tijera
hace vestidos para las hadas
bordados de sueños con hilos de plata.

Cose ilusiones para esas niñas.
que esperan con ansias sus primeras galas.
blancas novias que van a la iglesia
caminan hacia el altar como verdaderas reinas.

La magia que puso la costurera
al hacer sus vestidos soñados
cual artista pinta un bello cuadro en el lienzo.

Sus manos trabajan brocados, tules y sedas
como si quisiera dejar su alma en ellas
en cada puntada escribe un poema
y quedan grabados en sus vestidos de fiesta.

Sus ojos se iluminan al ver frente al espejo
dibujada una silueta con un vestido nuevo,
ella los borda con mostacillas de ilusiones,
canutillos de sueños y con puntillas de encaje
les pone su sello.

La costurera quiere que un día
cuando su morada sea el cielo
que las estrellas sean de lentejuelas
y el suelo, un verde prado de terciopelo.















A "Manolo el de Evaristo"










A los vecinos de Santa Ana















GRUPO DE RECUPERACIÓN POR EL PATRIMONIO DE GUADALCANAL

sábado, 28 de julio de 2018

Velá de Santa Ana 3

Homenaje a nuestros añorados maestros y maestras 

Sábado 28 de Julio 2018

Tú me enseñaste a volar
con alas de pajarillo
cuando no era más que un niño
sin miedo a la libertad.

No envejecerás jamás,
amigo, hermano, maestro,
siempre como un Padre Nuestro
en boca de algún chaval.

Te han robado el corazón
los muchachos de la escuela
ellos pasan tú te quedas
Algo de ti llevarán

Tú decidiste volar
dejando crecer a todos,
cada cual tuvo a su modo
su sueño de libertad.

Nunca he podido olvidar
aquella lección pequeña:
"Cada cual es lo que sueña,
sueña un poco cada cual".


Vas diciendo que alzarás
el vuelo como un chiquillo
hermano, maestro, amigo,
quédate un poquito más.

Siempre tendrás un lugar
en mi corazón de niño,
compañero de camino
tú me enseñaste a volar.


Galería de fotos























GRUPO DE RECUPERACIÓN POR EL PATRIMONIO DE GUADALCANAL