El suelo de la zona de Guadalcanal está constituido por formaciones pertenecientes al cámbrico superior, el igual que el existente en los términos limítrofes de las provincias de Córdoba y Badajoz, en nuestro término predomina el elemento calizo de color apagado, generalmente de color oscuro. En las sierras que circundan la población hay lechos de precioso mármol, que son explotables, aunque de ordinario no presentan valor comercial ya que tienen poco espesor. Diabasitas de color negro aparecen en la parte oriental del término, entre Guadalcanal y la antigua pedanía de Malcocinado (Badajoz), igualmente aparecen en la zona citada algunas muestras de granito. En la vertiente de las Sierras del Agua y El viento se aprecian máculas de terreno carbonífero datadas del cámbrico, en la zona oriental, a unos cuatro kilómetros de la población, existen yacimientos de galena argentífera (la apreciada plata explotada por la Hacienda Real en el siglo XVI), La Sierra del Agua tiene en el centro un macizo de hierro micáceo, conocido en el país con el nombre de Quiebraojos.
Sarcófago.- En una finca particular, el Cortijo de Santa Marina, a unos ocho kilómetros al norte de Guadalcanal, sobre la Cañada de Esteban Yanes, y sirviendo de abrevadero al ganado junto al pozo de la finca, hay un sarcófago de piedra de 210 x 70 x 54 cm., teniendo 35 cm. de profundidad por el interior y la paredes laterales 11 cm. De grueso; repellado con cemento, su forma es rectangular con los extremos en semicírculo. Según noticias recogidas sobre el terreno, procede de un cerro situado a poco más de medio kilómetro al oeste del caserío, donde en varias ocasiones se han encontrado sepulturas cubiertas por losas.
Otros vestigios.- En tierras del Cortijo de la Torrecilla, a ocho kilómetros al noroeste de Guadalcanal, en un pequeño altozano situado en la Era de los Comuneros, de la Suerte del Donadío, por cuyo pie pasa el regajo de este nombre, y al sureste de la carretera particular de la finca, hay restos romanos de tegulae, ladrillos, vasijas, terra sigillata y un gran trozo de firme de opus signinum, probablemente fondo de un depósito de agua.
En el Cortijo de Monforte, situado a unos cinco kilómetros al sur y a poniente de la carretera de Cazalla de la Sierra, se encuentra un elevado cerro, en cuya cumbre hay un depósito de agua orientado por los ángulos a los puntos cardinales, de 4,80 x 3,10 y una profundidad hoy de 2,65 metros, pues el fondo está lleno de piedras; por el exterior los muros conservan una altura de 1,25 metros y su espesor es de 1,10, estando formados por un paramento exterior de mampostería de piedras y otro interior de ladrillos, siendo el núcleo de derretido. Los ángulos interiores del depósito tienen el bocel característico de las construcciones hidráulicas romanas. A unos 50 metros por debajo del depósito y en la ladera del cerro que mira al caserío del cortijo, hay resto de un muro de mampostería de piedras careadas de unos seis metros de largo por uno de altura. En otro cabezo del cerro, situado al este del que ocupa el depósito descrito, existen restos de otra muralla de análogas características, con paramentos de mampostería y núcleo de derretido, que parece formar un recinto cuadrangular del que sólo resta un ángulo y parte de los lados, y a nivel inferior otros restos de muro que, acaso rodearía el recinto superior.
En las Tobas, a seis kilómetros al sureste, sobre el camino Real que desde la Sierra de Hamapega lleva al Hornillo, se han hallado sepulturas romanas de inhumación cubiertas por losas, así como resto de la calzada romana.
Piedra de Santiago. - La Piedra de Santiago según los primeros estudios se remonta al Neolítico Antiguo, formada por efecto de la karstificación de un macizo calizo, así consta en un estudio de Candau, publicado en 1894. Las primeras referencias documentadas según este mismo estudio se remontan a la época romana, fue llamada SACRUM LAPIS (Piedra sagrada o de sacrificio), allí se efectuaban los enterramientos cuando fallecía algún miembro del clan dominante, como lo demuestra la aparición de restos humanos encontrados a principio del pasado siglo y datados en la época Romana, según documentos del antropólogo español Telesforo Aranzadi, publicado en el anuario de la Real Sociedad Española de Historia Natural de 1922. Su actual nombre según referencias del libro de Memorias del Instituto Geográfico y Estadístico de España y sus orígenes, parece ser que fue bautizada así por el Caballero de la Orden de Santiago D. Alonso de Almeida que partió con el maestre Rodrigo Iñiguez en 1239 de Mérida en la que se celebró El Capítulo General de la citada Orden para reconquistar con más de cien caballeros y 480 hombres de sueldo anual para hacer la guerra y conquistar a los invasores Árabes cuanto lugares y pueblos que salían al paso, entre ellos Almendralejo, Usagre, Llerena y el la Alcazaba o Castillo de Reina, hasta arrebatar al Caudillo Axafat en 1241 la Villa de Guadalcanal. Según una leyenda hay varias versiones, la principal encontrada es: “Aquel día de solsticio de verano del año del señor de 1241, se encontraba una avanzadilla de caballeros y gran cantidad de hombres de a pie apenas a 150 metros de la puerta del Jurado que protegía la ilustre villa, cuando el caballero D. Alonso de Almeida subiose a una gran piedra que bautizó con el nombre de Santiago y clavando su estandarte en ella, juro reconquistar aquesta tierra y limpiarla de moros”. (sic). Tal vez entre todo los escritos y referencias encontradas puede ser la más verosímil sobre el nombre actual del monumento natural más importante de Guadalcanal junto a la piedra corcovada.
Piedra Corcovada. -Poca información se puede encontrar sobre el dolmen o piedra Corcovada de Guadalcanal, situada en la linde de las “Viñuelas” y “Magrao”, a unos cinco kilómetros de la villa. Formado por una piedra horizontal sostenida por otras dos, por lo que se puede considerar un vestigio “trilito”. Justo al lado existe un nacimiento de agua, igualmente en las inmediaciones hay resto de un pequeño despoblado romano, consistentes en tegulae, ímbrices, ladrillos y fragmentos de vasijas. Hay referencias de este dolmen en pasajes de la historia del Rey moro Jayón y en la reconquista de Guadalcanal, pero la verdad es que, si bien he encontrado referencias a una piedra o asentamiento “trilito”, no puedo datar esta información en el lugar donde se encuentra la piedra. Estudios recientes sitúan a los megalitos andaluces, que datan desde el 4800 al 1400 antes de Cristo, entre los más antiguos de Europa. Lo que viene a demostrar que son un fenómeno autóctono y probablemente expandido desde Andalucía al resto de España. La piedra Corcovada de Guadalcanal se podría datar como Dolmen (aún falta que se estudie a fondo sobre este yacimiento). Dada su cercanía con la calzada romana que unía Híspalis (Sevilla) con Emérita Augusta (Mérida), los romanos la aprovecharon como miliario. Cerca de este monumento megalítico se encuentran los vestigios de un antiguo poblado romano en el que aún quedan los restos de una antigua noria.
Alcornoque El Rincón. - En el término de Guadalcanal, rico en historia, claro que su amplia riqueza monumental no se limita sólo a edificios ni a los vestigios del pasado que la salpican, también su patrimonio natural incluye, aunque sea algo más desconocido, árboles que han sobrevivido al paso de los años, sequías, inundaciones, heladas, nevadas y la acción depredadora del hombre y que hoy se han convertido en ejemplares únicos y reconocidos. Existen en el término un abundante arbolado con más de cien años, principalmente olivos, encinas y alcornoques, que se pueden catalogar como monumentos naturales. El importante y significativo es el llamado “Alcornoque del Rincón”. Este magnífico ejemplar destaca tanto por sus dimensiones como por el porte poco habitual que presenta. Puede decirse que sus ramas principales brotan prácticamente desde una base con una circunferencia que llega un perímetro de 12 metros, con una altura de 16,30 metros, y un diámetro de copa norte-sur de 23,70 metros. Así pues, los perímetros de estos brotes de cepa son de 6,10 y 3,25 metros respectivamente. La rama de mayor diámetro se ramifica inmediatamente en otras dos. De este modo, a simple vista, parece que la copa está sostenida por tres ramas de gran grosor. En cuanto a ésta, de forma aparasolada, tiene una proyección de 428,12 m2 y sus ramas más externas y bajas llegan a tocar el suelo. La edad del Alcornoque de El Rincón se estima en torno a los 400 años, aun cuando alguna cata lo datan por su diámetro y características en más de 500 años. Está localizado a los pies de la Sierra del Viento, en la Finca El Rincón, junto a una valla que separa dos fincas y cercano a un arroyo temporal afluente de La Jayona, olivos (Olea europaea var. europaea) en explotación agrícola, encinas (Quercus ilex subsp. ballota) y otros alcornoques de menor tamaño, son los principales acompañantes en el estrato arbóreo, muchos de estos centenarios. En el matorral abunda la jara estepa (Cistus albidus) y las zarzas (Rubus ulmifolius). El paraje en cuanto a la orografía, el terreno presenta una ligera pendiente hacia el suroeste en el sentido del arroyo. El suelo es de tipo intermedio. Existen otros alcornoques, encinas y olivos centenarios en nuestras sierras y dehesas, igualmente es interesante el conjunto de arbolado del paseo del Palacio dentro de la localidad.
Mina de San Francisco. - En las proximidades de la villa y cerca de la Piedra de Santiago se encuentra la cueva mina de San Francisco, también llamada mina de Potosí, se explotó como una mineralización cuprífera enmarcada en materiales de la serie lutitico-carbonatada del Cámbrico. Está ubicada en el interior de una cavidad natural, formada por efecto de la karstificación de un macizo calizo y posteriormente remodelada su morfología interior por varias fases de labores mineras, que se extienden desde la Prehistoria hasta el siglo XIX. Estos datos constatan las diversas épocas en que estuvo activa la mina a través tanto de los restos arqueológicos hallados in situ, como de las morfologías de las galerías y las huellas dejadas por las diferentes técnicas de extracción aplicadas. La revisión de la documentación original utilizada, de mediados del siglo XIX, junto con el estudio de los topónimos y los datos históricos sobre Guadalcanal, permitió la localización de esta mina. Efectivamente, en la breve reseña publicada en el Boletín Oficial de Minas de 1844, se hacía relación del descubrimiento de una galería: “estándose dando un barreno en el pozo de mina abierto en las huertas de Guadalcanal y cerro de San Francisco, para explotar un filón de cobre que a las cuatro varas de profundidad se presentó…” (sic). Se mencionaba, además, que esa galería llevaba dirección hacia el convento de San Francisco, actualmente cementerio del mismo nombre. Los últimos datos que se tienen sobre la explotación de esta mina se remontan a mediados del siglo XIX. En esa época la mina, como otras muchas en el SO de la Península Ibérica, se vuelve a poner en explotación. Lo que singularizó y dio a conocer por entonces la mina de San Francisco o Potosí fueron los hallazgos que se produjeron al reiniciarse los trabajos mineros. Estos hallazgos llamaron la atención a ilustres mineros contemporáneos, como Ezquerra del Bayo, que la visitó en agosto de 1845, y que informa que durante el desatoramiento de trabajos antiguos se llegaran a encontrar hasta 17 esqueletos humanos, según él atrapados por un repentino hundimiento. Además de los restos humanos se encontraron "una porción de utensilios; unas tenazas de hierro y un martillo, muchas hachas de piedra, vasijas toscas de barro, y unas tibias de carnero afiladas en punta muy aguda"(sic) (Ezquerra del Bayo, 1850: 491). Para la datación de los restos propone el siglo II d.C. ya que entre los restos se encontraron algunas monedas “del emperador Maximino, del siglo II d.C.”, fecha que da a los trabajos mineros, además de los paleolíticos son los más antiguos.
Mina de Pozo Rico. - La mina más conocida y de la que más se ha escrito dentro de la ruta de los metales de Guadalcanal, que fue en el siglo XVI cuando albergó la explotación minera más importante de Andalucía y tal vez de aquel regio imperio español junto con las del Potosí en tiempos de Felipe II (el Prudente). Fueron descubiertas en 1555 por Martín Delgado, un agricultor de la villa que se topó con ellas cuando araba, pero ya anteriormente había sido explotada por romanos. Los historiadores han recogido numerosas referencias de la fama de la plata de Guadalcanal en la época de los fenicios y los romanos como testimonio de una época de gran esplendor para este municipio. A finales de 1556 la explotación de la mina transitaba a un nuevo periodo de gran riqueza, por lo que la Corona nombra a D. Francisco de Mendoza, inspector General de Minas, trasladándose éste a Guadalcanal, y encargándose de la administración y organización de la explotación. A partir de esta fecha y durante diez años tuvo gran actividad y riqueza para la corona, después durante siglos ha pasado por hundimientos, inundaciones, empresas y particulares que periódicamente la explotaron y producían grandes ganancias a la Real Hacienda, fue controlada por la corona hasta junio de 1632, que toman posesión de la mina los Fúcares (Fugger), conocidos banqueros de Alemania, hasta que La Casa Real decide no prorrogar el contrato de los Fúcares, y en noviembre de 1725 abandonan la mina, cuando en diciembre del mismo año llega Martin de Soto y acompañantes a Guadalcanal y visitaron la mina informan que los Fúcares habían parado los ingenios dejando inundar la mina. Posteriormente a 1778 los Fúcares, contrataron a Juan Luis Ladrón de Guevara e intentó desaguarlas sin conseguirlo, pasando a poder de Rafael Gómez, el cuál tampoco hizo nada de provecho por falta de capital. A partir de 1778 la mina tuvo distintos propietarios, hasta que en julio 1900 Antonio Aura Boronat, adquiere legalmente todos los títulos oficiales. En febrero de 1910 Don Antonio Aura Boronat realiza un arrendamiento mediante contrato legal de todas las concesiones de la mina de Guadalcanal a Don Inocencio Fernández y Martínez, natural de Mieres (Asturias), Don Inocencio con el fin de conocer el estado de la mina, y bajo una de las cláusulas del convenio, contrata en marzo de 1910 al ingeniero de Minas Joaquín Menéndez Ormaza, de origen bilbaíno, encargándole un informe en toda su amplitud y estudio de la mina, sin llegar a una explotación racional.
Mina de la Sierra del Agua. - De esta mina situada en la Sierra del Agua de Guadalcanal, es de la que se tienen menos referencias, situada en el paraje conocido como Olivar de Carbajo, fue una mina de hierro magnetita, de extracción subterránea, compuesta por varias cavidades o cuevas, en la actualidad es muy difícil su acceso debido al abandono y maleza que la rodea, incluso alguna de las cuevas es de difícil localización.
Mina de la Herrería de San Carlos. - Esta mina de extracción de hierro de material de magnetita, explotada con la fórmula denominada a cielo abierto, se encuentra en el paraje de la Herrería a unos tres kilómetros al sur-oeste del núcleo urbano de Guadalcanal. Se trata en concreto de una mina de hierro, muy parecida geológicamente a la del Cerro del Hierro, solo que más pequeña, en la actualidad está en manos privadas, dentro de la mina a la que se accede por un túnel angosto podemos encontrar un micro clima y ecosistema particular y una fauna de algunas aves y pequeños mamíferos adaptados a este entorno, pues las especiales condiciones ambientales que reinan en ella, originan un ambiente más sombrío, más fresco y de mayor humedad que en el exterior. Existen varios vestigios en los alrededores de edificaciones de servicio de la mina. En esta mina como tantas otras de la comarca comenzarían su explotación por los romanos, según vestigios de vasijas y utensilios encontrados en sus alrededores, el mayor auge fue durante el siglo XVI coincidiendo con la explotación por la administración real, así como las minas de plata de Pozo Rico, las de San Francisco o Potosí y otras del término municipal. En el capítulo dedicado a 1564 Noticia histórica documentada de las célebres minas de Guadalcanal, hace referencia a esta mina en plena producción, a través de los siguientes siglos varios han sido los intentos de hacerla nuevamente productiva, cabe destacar la de la familia alemana de los Fugger o Fúcares de gran poder económico e implantación en España y en la minería española. Por tanto, ha estado en explotación en distintas fases de la historia hasta su cierre definitivo a principios del siglo XX por la empresa metalúrgica de capital francés Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya, esta empresa que explotó igualmente la mina de la Jayona se caracterizó por sus numerosos fraudes en la declaración de la cantidad extraída, contabilización de ambas minas y calidad del hierro sacado, y la intervención final del estado.
Existen igualmente en nuestras Sierra del Viento y del Agua cantidad de cuevas de gran valor y restos arqueológicos y esquilmados por todo aquel que consigue encontrarlas, ya como en otros casos en la Sierra Morena Sevillana, la administración no presta interés a este patrimonio.
Para finalizar, hay una gran cantidad de Torrucas (que trataremos en otro artículo). innumerables veneros y manantiales en nuestras huertas y sierras, muchos de ellos transformados en fuentes que abastecen las árboles y hortalizas de regadío. No olvidemos igualmente los manantiales llamados “El Sargento Arenas”, que cuando el inverno es proclive (el último 1990), manan veneros de forma abundante con gran cantidad de agua, convirtiendo el paisaje en un crisol de colores, debido a que se encuentra en la zona baja de la sierra del Agua y el agua adquiere un color rojizo característico de la zona.
Febrero 2021
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