Hoy queremos recuperar la memoria de las tascas, tabernas y los bares
de Guadalcanal allá por los finales de los años cincuenta y hasta principio de
los 70 del pasado siglo, para ello, hemos tenido una interesante conversación
con Jesús Calderón, tal vez el último tabernero (como él se denomina) que
sobreviva a aquella época, estos lugares eran los verdaderos centros sociales de
nuestros padres y abuelos cuando venían del campo o terminaban en las
industrias y tiendas del pueblo, donde se bebía vino peleón y se fumaban
aquellos cigarro de Caldo de Gallina e Ideales, en estas tascas y taberna
predominaba el color azul o verde en sus paredes para asimilar mejor el humo
del tabaco.
La televisión llegó a estos
establecimientos sobre el año 63 ó 64, los primeros que contaron con este
importante adelanto eran “El botero, Casa los Pepes ( En la foto que ilustra estas líneas de 1955 vemos a Joaquín Yanes con sus nietos Pepe y Joaquín Yanes) y La Puntilla”, nuestros
mayores hablaban y discutían sobre futbol y toros, sobre todo de toros, cada
uno era partidario de un torero y los defendían
con gran efusividad según se iba caldeando el ambiente con el mosto o
las faenas de sus defendidos, caben destacar figuras de la época como Paco
Camino, Diego Puerta, El Cordobés (ídolo de masas), Jaime Ostos y sobre todo el
torero de Sevilla y los sevillanos Curro Romero, el que mayor número de fans y
detractores tenía en el pueblo y motivo de muchas aireadas discusiones en
nuestras tascas y tabernas.
En algunos de estos establecimientos se cobraba una peseta por persona de entrada
para ver futbol o toros y en el año 68 recuerdo que “El Botero” además de la
entrada exigía consumición, así que la gente menos pudiente se acercaban al “tendido
de sol”, es decir, a las ventanas para poder ver o simplemente oír la
retransmisión que con pasión hacía el inolvidable Matías Prats Cañete. A los
chiquillos a veces nos dejaban ver aquellas series inolvidables como El
Virginiano, Los vengadores o Bonanza, series dobladas en Sudamérica con su
acento parecido al nuestro.
Las tascas y tabernas contaban con mesas camilla y en invierno con
brasero en estas mesas, en ellas se respetaba el orden, es decir, se reservaba
para la gente mayor, cada una tenía su especialidad en tapas, así por ejemplo, en
“La Puntilla” eran demandadas las setas y los riñones en salsa, en “El Galgo
los calamares y los pajaritos que compraba ya pelados.” y en “El Chato las patatas fritas y
posteriormente los soldaditos de pavía”.
Había varios distribuidores de vino y bebidas a granel en el pueblo,
quizá los más recordados eran Diego Piñero y Adriano.
A continuación vamos a recordar algunas de aquellas tabernas y sus
pequeñas historias:
Taberna de Hernán.-
Situada en la calle Queipo de Llano hoy Antonio Machado, su
propietario era Hernán Bernabé Cote, tenía tinajas con tapaderas soterradas en
ambos laterales, aquí solo se bebía vino que se servía en botellas de un litro
de agua de carabaña, de aperitivo altramuces y cacahuetes y en temporada los hortelanos
llevaban productos de la huerta (como tomates y pepinos) para
comérselos allí con aquel vino negro que calentaba del gaznate al estómago,
tenía mesas y sillas de enea, detrás dl mostrador unas repisas para colocar los
vasos, botellas y los pocos productos que tenía para su venta y consumo, las paredes
estaban encaladas y tenía un característico olor a rancio, servía Hernán y a
veces su mujer, sus clientes eran gente del campo.
Taberna del Pena.-
Estaba en la misma calle que la anterior, estuvo abierta hasta finales
del 65, su escaso mobiliario se limitaba a tres veladores, un brasero y un mostrador, los platos eran ovalados y de
loza rústica, se componía de dos habitaciones estrechas y largas, tal vez lo
más curioso era el servicio, estaba en una esquina a la entrada en la parte
izquierda y se componía de un agujero en el suelo y una puerta pintada de verde
tipo “oeste”
que dejaba al descubierto los pies y la cabeza del cliente. Era el clásico bar
de paso y se abría por la mañana temprano para las copas de aguardiente y luego
cuando venía el tabernero del campo, dependiendo de la época y las tareas, por
lo tanto no tenía horario fijo, el aperitivo se limitaba a altramuces y algún
tomate en verano...
Taberna de José el del
paso.-
Ya tenia cañas, aquí se empezó a llevar cervezas “El Águila y
“Cruzcampo”, era una nave con las cubas a ambos lados, en estas fermentaba el
vino por lo que en determinadas épocas del año tenía un olor especial que se
detectaba desde la calle y tenía mesas en los laterales y algunas menos a su
cierre, se especialidad en aperitivos eran chacinas y algunas conservas, como
sardinas en latas.
En verano se ponía una pequeña terraza con mesas en la calle,
aprovechando que estaba cerca del cine, estuvo abierta hasta principio de los
70, ubicada en la calle General Mola (hoy Costaleros).
Taberna El Calambre.-
Estaba en la misma calle que la anterior, era característica porque
estaba pintada de verde, los vasos se lavaban en un baño ya que carecía de agua
corriente, ésta se abrió más tarde que las anteriores, a principio de los 70
hasta principio de los 80, era curioso que los amigos llevaban sus comidas y se
las comían allí, estas comidas y los aperitivos que tenía a veces se calentaban
en un infernillo.
Tienda Tasca El Rano.-
Era una tienda de comestibles
en una sala interior tenía la tasca, los clientes compraban en la tienda
la cerveza, el vino y El Rano complementaba la consumición con algún producto
de la tienda, a veces los clientes compraban latas de conservas y se preparaban
los almuerzos y meriendas, estaba en la calle Tres Cruces.
Bar La Flora o de Miguelón.-
Estaba al principio de la calle Sevilla, era un salón cuadrado al
entrar con algunas mesitas, de frente estaba el pequeño mostrador y encima de
este una estantería con botellas, curiosamente algunas de ellas de marcas
buenas pero vacía, Flora si le pedían una bebida que no tenía siempre salía al
paso y decía hace una hora que se han bebido la última copa, mira la botella
vacía. Era muy buena mujer con la chiquillería de la Calle Sevilla y Tres
Cruces, les daba algún baso de gaseosa de color, altramuces y garbanzos tostados.
Tasca del Tito Zapatero.-
Situada en la calle Tres Cruces, era tal vez el establecimiento más
polivalente de Guadalcanal, durante el día era un taller de zapatería y por la
noche se convertía en taberna en el mismo local, otra característica de esta taberna
era que cuando hacía calor los clientes sacaban el pequeño mostrador que hacía
las veces de banco de zapatero a la calle junto a cuatro sillas de enea y las
que traían los clientes de sus casas y una pequeña mesa de formica, sus
clientela era principalmente los vecinos de la calle, estuvo abierta hasta
principio de los setenta.
Bar Alonso.-
Situado al final de la calle Sevilla, era una taberna con más
productos que las anteriores, ya por aquella época tenía vinos, vermut a
granel, cerveza y manzanilla, su variedad de aperitivos también era más amplia,
chorizo, salchichón , queso y la especialidad de la casa guiso de conejo-gato,
era centro de reunión de los hombres cuando venían del campo (se
podía ver en la puerta al atardecer bestias atadas) y por las noches de
jóvenes, ya que tenía un proyector donde exponía películas pornos a partir de
las doce de la noche y lo que ya se empezaba a consumir “cubatas”.
Bar Macarena.-
Estaba en la esquina de la calle Concepción con la calle Feria, dicen
que este nombre se lo puso Carmelo el del coche, cuando se acercaba de la
estación con el coche correo decía “próxima parada Macarena”, allí se
bajaban la mayoría de los pasajeros para tomarse unos vinitos antes de irse a
sus casas, el primer dueño fue Pepe (Tobalo) y después lo cogió Luis
Galeote, tenía un local pequeño pero muy
acogedor, eran famosas en verano las
reuniones de estudiantes y jóvenes veraneantes que estaban hasta altas horas de
la madrugada bebiendo botellines y aquellos inolvidables platos de tomates o
pepinos de la huerta de Luís.
La Parrita.-
Estaba al final del paseo del Coso, tal vez fue la primera terraza de
verano, la regentaba la familia de Luis Galeote, eran famosos los guisos de
conejo y gran variedad de aperitivos, su nombre se debía a una gran parra que
cubría toda la terraza.
Tasca del Bortero.-
Situada en la calle Sanjurjo (actual Luenga), el Botero viejo venía de
la huerta por la carretera de Cazalla con sus vacas de leche y las ordeñaba, la
familia vendía la leche y el abría la taberna, que a su vez hacía de tienda de
graneles de vino, aguardiente, vinagre, vermú y vinagre, también vendía huevos,
productos y verduras del campo y la huerta.
La Tasca de Serna.-
Tal vez es la tasca más antigua de las que tenemos referencia y
estamos recordando en este artículo, se abrió en 1939 y estuvo hasta 1945,
empezó en la calle Tres Cruces y luego pasó a los mesones en el local de la
antigua tiende de Yerga, tenía dos dependencias, una más pequeña donde había
mesas en las que se jugaba a las cartas y al dominó y otra más grande donde se
encontraba el mostrador y unas mesas con su
brasero en invierno.
La barra la atendía Antonio Serna y su mujer Isabel era la cocinera,
ayudados en lo que podían por sus hijos Joaquín y Julio que empezaron con 8 y
10 años, fue la primera taberna del pueblo que contó con máquina de café
exprés, el vino se servía en unos vasos que le llamaban “la pesetona”, los
aperitivos se reducían a altramuces y aceitunas.
Isabel la mujer de Antonio era buena cocinera, hacia unos guisitos
buenísimos, con una gran clientela, la gente estaba en la feria y venía
expresamente para comer sus guisos y
tapas, eran famosas las tapas de cochinito, alquilaba un cercado para criarlos,
una vez su hijo Fernando siendo muy joven, su padre lo mandó a por guarritos
para preparar, ya que estaban en feria pasó por allí con el saco de los animalillos se paró en la feria y dejó el
saco debajo del kiosko de la música y se puso a bailar hasta que apareció su
hermana pequeña Isabel buscándolo porque no aparecía con los guarritos para
prepararlos, cuando llegó a casa le calló una buena bronca. (Esta pequeña historia nos la
cuenta la nieta de Antonio, nuestra
compañera Maribel).
Hubo más tascas y tabernas con encanto en aquella época en
Guadalcanal, aquí hemos querido relacionar algunas típicas, seguiremos
recopilando datos que seguro que nos dará para otro próximo artículo.
Jesús nos cuenta que vida laboral empezó en aquellos años difíciles de
la postguerra a los 11 años, se jubiló de la hostelería a los 51 años, nos
comenta que estaban un día Antonio Llanos, Rafael Rodríguez (Eloctrovira),
Pedro el cartero y alguno más departiendo unos vinos y les dijo que quitaría el
bar, aun cuando la clientela fija que tenía era
muy buena.
Esta decisión la tomó días antes cuando estuvo en el cementerio y
comprobó que los ricos también se morían, así que pensó en la inmediata
jubilación.
En los diferentes bares que ha regentado nos dice que siempre ha
mantenido su clientela, ¿secreto?, ninguno, simplemente una buena cocina y usar
para los fritos siempre aceite de oliva e Guadalcanal.
Nos cuenta unas anécdotas muy interesante de bares y tabernas (sin
citar nombres, la mayoría ya no estan entre nosotros), dice que había
un cliente que llegaba al Bar Cazalla y pedía dos medios de vino, se tomaba uno
y esperaba un poco en la calle, entraba y muy serio decía “no viene” y se tomaba el
segundo.
Otra anécdota que nos describe es la de dos amigos que se enfadaron,
cuando coincidían en la taberna se ponía cada uno en un extremo de la
barra sin hablarse, uno de ellos pedía
un golpe (un vino para cada uno), el otro le devolvía la invitación, eso
sí, sin hablarse. Se ponía malo uno de ellos y el otro iba a verlo, se sentaba
al lado del amigo sin hablarse, saluda a la familia presente, pero no al ex
amigo, murieron sin hablarse.
Otro cliente muy curioso era D. Ramón Llamazares Caravaca, hombre muy
serio, se reunía con Baltasar y varios amigos, siempre decía que cuando se
juntaban varias personas y hablaban de uno que estaba ausente se iba al otro
lado de la barra y comentaba “por favor no habléis de los que no están
presentes”.
Jesús nos comenta que empezó con 11 años en la hostelería,
posteriormente decidió emigrar a Barcelona, allí estuvo nueve meses, pero
aquello era “un mal vivir”, regresó a Guadalcanal, Antonio Osorio (El Mono)
compró la casa y el bar de Los Pepes, al poco se lo cedió a Jesús en alquiler,
este se lo dejó de nuevo y gratis a Antonio cuando lo echaron del Casino Nuevo
Circulo. Jesús se quedó en la calle, casualmente, a los nueve días le llamó
Pepe Baños para decirle que se iba al banco, hubo una Asamblea y me quedé con
el Casino del Cebollino (por 600 votos). Allí estuve 18
años, hasta que junto con mi cuñado (qpd) compramos e hicimos lo que después
fue el Bar Andalucía.
Me hice “mayor de edad” nos comenta, empecé con 3.000 pesetas y me
empeñé con 300.000, pedí un prestamos en la Caja de Ahorro, creo que confiaron
en mí, no me pidieron firmas ni aval. Me hice con la exclusiva de Apuesta del
Estado, llevaba las quinielas y di varios premios, algunos de ellos
importantes. Como curiosidad nos dice que tenía mucho aprecio y confianza con
Banesto, cuando lo cerraron y dejaron un agente comercial protesté.
El bar Andalucía lo abrí en 1984, la inauguración la hizo el recordado
D. Antonio (el cura), este bar se manejaba mucho mejor que el anterior El
Cebollino que el de la sociedad era más
grande y con salones.
Como comenté anteriormente, en El Andalucía yo siempre utilizaba
aceite de oliva del pueblo y productos de primera calidad, introduciendo una
carta de tapas más variada, con ancas de ranas, zorzales, setas, riñones al
Jerez, espárragos, etc.
Otra curiosidad es que cuando abrí el bar un café valía 2,50 ptas. (15
céntimos del actual Euro), el vino lo puse a 1,50 ptas., 0,50 céntimos más que
en otros vares), igualmente empecé a tener variedad de marcas de vinos y
licores, poco a poco la clientela fue cambiando (siendo más joven) y pasó
de los que se bebían dos vasos de vino a los que bebían cañas de cerveza.
Cuando cerré el bar Andalucía que regentaba con mi cuñado (este
me dejó una huella muy grande cuando falleció, nos comenta con voz entre
cortada) lo alquilamos pero no fue muy bien a los nuevos empresarios,
intenté venderlo, su precio 18.000.000 millones de las antiguas pesetas
(108.000 euros), lo cambié al final por el huerto de Sandalio, intenté hacer
obra dejando dos metros de fachada, no lo conseguí, así que finalmente lo vendimos
a una empresa constructora, se iban a hacer unos apartamentos de un dormitorio
con piscina y aparcamientos, no se ha llegado a construir nada y ahora es “tierra
de nadie”.
Sigue la interesante y distendida conversación, Jesús nos habla con
nostalgia de los avatares de su vida en Guadalcanal, siempre visto detrás de
una barra de taberna, mirando al pueblo desde el otro lado, haciendo amigos entrañables
que le han ayudado en determinados momentos, amistades que han perdurado con el
tiempo.
Nos habla de la forma de vida de nuestro pueblo y su evolución durante
cuatro décadas, en todos los establecimientos había libretas para apuntar, yo
apuntaba poco, tenía buena clientela, me dejaron a deber cuando cerré menos de
veinte mil duros.
Se usaba para limpiar y pulir los utensilios Pedramol (tierra
arenosa). En el Casino conocí y
sufrí los barriles de cerveza de madera, estos barriles eran muy pesados y de
muy joven me dañé la espalda al coger tanto peso y pinchar los barriles.
En la feria también trabajé como empresario, llevé durante ocho años
la barra de la caseta de La Amistad, a pesar que la junta que regentaba la
caseta en aquella época en principio no apostaba por él.
Gracias Jesús por tu amable y didáctica tarde de charla, terminamos el artículo sobre tascas y tabernas y la
conversación que tuvimos con Jesús Calderón, el tabernero más mayor que queda
en nuestro pueblo, ahora su vida es más plácida, paseos, charla de bar con los
amigos y su otra pasión, ir a los olivos y estar “pendiente” de la evolución y
recogida de la cosecha.
Fotos.- cedidas por Fundación Benalixa y archivo
Grupo SEP recuperación de patrimonio de Guadalcanal
Mayo 2019
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