domingo, 18 de febrero de 2018

La Tenería

Curtidores años 50
Oficios extinguidos de Guadalcanal

Significado de tenería o  curtiduría.- Taller donde se curten y trabajan las pieles, "en las ordenanzas medievales existían prescripciones sobre el emplazamiento de las tenerías y otras industrias que estaban colocadas en barrios gremiales y en arrabales, los pieleros era un gremio que estaba agrupado en barrios generalmente de extramuros de las villas debido a la pestilencia, impurezas que generaban y los elementos utilizados para el proceso de transformación de las pieles".

Foto de Guadalcanal de la época
A continuación hablamos de la última tenería de Guadalcanal.-

 A finales del siglo XIX, Manuel Baños Márquez, natural de Montilla (Córdoba), se afincó con su familia en Guadalcanal (después de venir de la guerra de Cuba) y montó una fábrica de harina y panadería y posteriormente una tenería, molían trigo  y cebada para uso alimenticio  y zumaque para curtir las pieles en el negocio de pieles, este era un negocio muy rústico, cuando los hijos de Manuel (tuvo tres hijos Carmen, Manolo y Pepe Baños Chávez, Carmen se casó con Antonio García (el chofer), Manolo se colocó cuando abandonó el negocio en Sevilla en Casa Carreras y Pepe terminó hasta su jubilación regentando un bar en la Plaza de Guadalcanal) le propusieron modificar y modernizar el negocio, este no quiso, su muerte fue 1962 cuando contaba con 93 años.
En un local frente a la Poza del Paseo Palacio (en aquella época una es no existía como tal y era una escombrera) y el final de la actual Av. Constitución, Manuel  y su familia montaron una tenería que ocupaba desde la actual biblioteca hasta el local ocupado por la Fragua de Antonio R. Rincón (El chico de la fragua), la familia vivía en mismo edificio en una vivienda en la parte de arriba del negocio.
En la tenería se curtían toda clase de pieles de animales, que en aquella época abundaban en Guadalcanal y la zona, cuando estos morían o eran sacrificados para vender en las carnicerías, llevaban las pieles a la tenería y con ellas, después de curtirlas se hacían arreos para las bestias, botas, pellizas, zahones, las pieles con pelos para la decoración, como alfombras, etc.
Este proceso era muy largo y trabajoso, duraba meses, se utilizaba mucha agua caliente, esta agua que procedía de las aguas residuales de la fuente de la Plaza, era aprovechada conjuntamente con el matadero y el lavadero público de la Poza,  fundiendo el zumaque y el agua caliente con el pelo de las pieles con piedras de azufre, al final del negocio se utilizaban algunos productos químicos específicos de la época y extractos de encinas para estas tareas.
Pepe Baños y Enrique Torrado durante la entrevista
Las pieles se ponían a secar en la calle  al sol, colgadas en cordeles, terminadas la transformación quedaban las pieles sin pelos y su color era marrón, se vendían manufacturadas, curiosamente el producto terminado se llevaba de Andalucía a Cataluña donde eran muy solicitadas y apreciadas. Una piel curtida de cabra costaba sobre 60 pesetas, en la tenería de Manuel trabajaban sus hijos y varios trabajadores más dependiendo de la época, Norberto Gálvez, Luis Pinelo y su hijo, Matraco (el último vaquero) y su hermano Manuel.
Cuando las pieles entraban en la tenería se las marcaba con una clave con un punzón para ser identificada por sus dueños, las pieles llegaban secas y había que volver a hidratarlas, otras las conservaban en sal y llegaban frescas,  lo primero para no confundir las pieles de sus dueños se sentaban en un libro, se estiraban y se ponían en tablones grandes para empezar el proceso, con unas cuchillas grandes se quitaban todas las impurezas que traían y luego pasaban a la cal prieta para quitarle el pelo, continuando el proceso se introducían en una disolución de ácido sulfúrico y agua, ya sin pelos ni impurezas se dejaba reposar veinticuatro horas, la piel se quedaba blanca y de ahí al extracto de encina donde empezaba el verdadero proceso de curtir las pieles, se hacia una comprobación cortando con un cuchillo un trozo de la parte más gruesa de la piel. El pelo que desprendían las pieles se almacenaba y después se vendía a José  y este a su vez lo vendía a Barcelona.
Como curiosidad aseveramos que tal vez fue la primera industria del pueblo que dotó a sus trabajadores unos sayos o batas de color gris que confeccionaba “Purita la costurera”
José Baños (nieto)
Cuando el abuelo se jubiló siguieron sus hijos y su nieto Pepe Baños con el negocio, la tenería funcionó hasta 1965, cuando cerró Pepe Baños Carmona nacido el 11 de Julio de 1946, último curtidor de la dinastía junto con su hijo  regentó el Bar España (“El Pellejo”) y posteriormente el bar de la Sociedad del Cebollino.
Manuel Baños Márquez que cariñosamente era conocido como “Manolito el de la Tenería”, es recordado durante generaciones en Guadalcanal por su simpatía o canturreando por la calle de Santa Clara al son de su bastón.

Nuestro agradecimiento a su nieto Pepe Baños, que nos ha proporcionado toda la documentación.


 Hemeroteca.-
Bancos de secar

El apogeo del trabajo de las antiguas tenerías de forma artesanal se extiende desde la baja edad media hasta el último tercio del pasado siglo aun cuando es un oficio ancestral, en los siglos XIII al  XIV esta actividad tuvo una gran transformación en las forma de tratar y curtir las pieles, principalmente en este último siglo, ya que se utilizaros técnicas importadas de América y que utilizaban con gran destreza los nativos de las nuevas tierras conquistadas, "en las ordenanzas medievales existen prescripciones sobre el emplazamiento de las tenerías, tintorerías y otras industrias que estaban colocadas en barrios especiales y en arrabales".
 Así pudo ocurrir en nuestra villa Santiaguista de Guadalcanal. Así en la "lei primera" del Titulo Once, del libro "De los Oficiales, i Jornaleros, i Menestrales, i Mesoneros" recopilado en 1552   y revisión de la edición de 1776, ordena lo siguiente:
“Mandamos que ningún Zapatero, ni otro ningún oficial de facer
Yo, El Emperador D. Carlos I en Madrid á 25 de Mayo de 1552.
Esta Ley la derogó Carlos IV por Real decreto de 13 de agosto, y céd. del Cons. de 6 de Junio de 1791. 
Sobre el arte de curtir pieles nos ilustra el catedrático D. Antonio Casares Gil con su "Manual de Química General, con aplicaciones a la industria, y con especialidad a la agricultura" ( Ángel Calleja, editor. Madrid, 1857). Leamos cómo se inicia el proceso:
"El compuesto que forma el tanino con la gelatina es imputrescible, y la misma combinación se produce con el tanino y las sustancias orgánicas que pueden convertirse en cola hirviéndolas en agua. En esto se funda el curtido de las pieles.

Las materias astringentes que se emplean en el curtido son las cortezas de roble, de encina, de abedúl, el zumaque, el dividivi. Las pieles que se curten para suela son las de buey y de búfalo; las de vaca, ternero y caballo, dan pieles blandas o becerros.

Vienen muchas pieles secas de Buenos-Aires para las tenerías, y se usan también con el nombre de pieles verdes las frescas procedentes de las reses que se matan en las carnicerías. Estas, antes de curtirlas, se maceran en agua durante dos o tres días para quitarles la sangre y otras sustancias de que se hallan impregnadas. Las pieles secas se ponen en el mismo estado que las verdes dejándolas sumergidas en agua durante muchos días, pisoteándolas y extirándolas; algunas veces se sujetan a la acción de una especie de batán, se meten en una lechada débil de cal y se trabajan sobre el caballete.
Las pieles lavadas pasan después a los pelambres, que son unas cubas o estanques con lechada de cal, en las cuales se meten las pieles empezando por pelambres ya agotados, que han servido en  otras operaciones, y de estos se trasladan a otros más activos, concluyendo por pelambres que contienen lechada de cal reciente. Esta operación dura de tres a cuatro semanas, y tiene por objeto disponer la piel para que puedan separarse de ella los pelos y los pedazos de carne que se adhieren a ella.
Se pelan las pieles que han pasado por los pelambres colocándolas sobre un caballete y raspándolas con un cuchillo romo. Ya peladas vuelven a macerarlas en agua, se colocan de nuevo sobre el caballete, y con un cuchillo cortante y circular se les quitan los pedazos de carne que tienen adheridos, y se cortan los bordes y los pedazos que no sirven. Estos desperdicios se venden para fabricar cola. Con una piedra de arenisca bien compacta se alisan por la parte donde estaba el pelo, que se llama la flor.
En vez de los pelambres de cal usan en algunas fábricas disoluciones de sosa cáustica, con lo cual se consigue hacer las operaciones más rápidamente. 20 libras de carbonato de sosa en 20 arrobas de agua mezcladas con 15 libras de cal, bastan para 10 quintales de pieles frescas."
(Págs. 217-218).



Grupo recuperación de patrimonio de Guadalcanal 
 Febrero 2018

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