¡Así estarían las arcas municipales en el 1961!
A
mediados del siglo pasado, la educación en este pueblo estaba al alcance de muy
pocas personas y además no existía un
Instituto para cursar el Bachillerato. Los llamados entonces “señoritos” y las
familias acomodadas, enviaban a sus hijos a estudiar fuera, lo cual suponía un
coste muy elevado, que sólo ellos podían
soportar.
La mayor
parte de la población, dependía del campo y no siempre era fácil conseguir un
jornal diario. Los trabajadores esperaban, cada mañana en la puerta de la Plaza
de Abastos, por si tenían suerte de ser
contratados para ese día.
Esta
economía de supervivencia, apenas alcazaba para no pasar hambre, pero imposible
para estudios superiores.
Dicho
esto, voy a resaltar la gran aportación que ofrecieron dos maestros nacionales:
D. Enrique Corona y D. Juan Bonilla. Entre ambos crearon una Academia Privada
para impartir Bachiller, después de su horario escolar. También propusieron, de
acuerdo con los demás maestros y con el Ayuntamiento, conceder cinco becas,
tras un examen selectivo, entre los alumnos que eligieron como más aventajados.
Las becas
eran compartidas entre el Ayuntamiento y la Academia. Por tanto, de la
mensualidad de 300 pts, la mitad era lo que debía aportar el Ayuntamiento.
Terminado el curso, los exámenes se realizan en Sevilla y todos los
becados superaron el examen de Ingreso a Bachiller, que era obligatorio en esa
época.
Los
inicios de esta nueva institución fueron en una casa alquilada en los Mesones.
Cuando más tarde se amplió por el aumento del alumnado, se instaló en la calle
López de Ayala, en el lugar que ocupaban anteriormente los maestros D.
Francisco Oliva y Dª Hermo. Como anécdota de este colegio, les comento: el
patio era compartido para el recreo, pero con horarios diferentes. En este
sentido, la Academia también supuso un cambio singular, por ser mixta. En las
Escuelas Públicas, niños y niñas estaban separados y tenían maestros y maestras respectivamente. A propósito de Dª
Hermo, comentar que fue una gran MAESTRA, a la que nunca se le ha hecho un
homenaje cómo hubiese merecido.
Magdalena Blanco Pérez
Sevilla 2018
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